sobre Granada y el calor y la luz

Escribo esto mientras en otra parte del mundo alguien descorcha champán y finge una sonrisa por costumbre. Escribo esto al sol, mientras en otro lugar alguien se cuestiona la vida de una manera mucho más dolorosa de la que quiere admitir. Escribo esto y ya no huele a especias ni huele a marihuana ni huele a noches en la Alhambra, ni a los pobres ni a los gitanos ni al color de los tapices. Escribo esto desde mi vida pensando en otras vidas que poco o nada tienen que ver con lo que soy. Escribo esto pensando en una boca en la que no debo pensar y en unos ojos que se tiñen de sangre cada vez que se encuentran conmigo. Hay mucho amor en tu vida, les tienes a ellos y me tienes a mi y pese a todo sigue haciendo calor en alguna parte del Monachil que cuida de toda la Sierra Nevada. Cuando comprendes, al final, que la luz siempre está dentro. Los viejos y tristes amigos aún cantan canciones que tu puedes recordar y ponen el fin a las palabras nunca dichas. 
Escribo esto como un animal que vive en tierra hostil. Porque toda la tierra es hostil. Y todo el mar está embravecido. Y por eso es bello, porque romperse, porque las catástrofes entrañan siempre la más cruel de las bellezas.