1. El poema sangra y yo también

El poema sangra y yo también.
Ya no me importa que no estés en mi cama.
Las 3:17 de la mañana
no es una hora que me recuerde a tu cuerpo
y tus ojos
ya no son praderas verdes.
Tus ojos ya no son nada.
He pasado cuarentena
y he tenido hambre
y sed
y frío
y he estado triste porque no estabas
a pesar de que en realidad
nunca estuviste.

El poema sangra y yo también.
Soy la única dueña de mis heridas
y de las costuras y de los remiendos.
Ahora no le pertenezco a nadie
estos montones de tristeza son míos
estos arañazos son míos
esta podredumbre es mía
estas flores de mi piel
son todas mías
y no cortaré ni una
para que arda en tus entrañas.

El poema sangra y yo también.
Da igual cómo, cuando y dónde
estoy a salvo de la infección
y ya tiré de todas las pieles muertas.
Me pregunto si tengo talento
me pregunto si estoy perdida
me pregunto cuanta tinta es demasiada tinta.
Ya no me pregunto qué haces
aunque a veces un estremecimiento
venga abrazado a tu nombre
cuando se cuela como un pensamiento furtivo.

El poema sangra y yo también.
Ya no voy a tener más secretos.
El poema sangra y yo también.
Que te jodan.
Que te jodan. 
Que te jodan.