los besos de los huesos

Huesos ajados que vuelven a casa tras una caminata larga. El magnetismo de la tierra altera el norte y te pierdes, no sabes acertar muy bien donde exactamente queda el regreso. Te resulta hostil la ciudad y el mundo y te preguntas de donde sale ese olor a sándalo y especias que acuna tan suave y que llena la nariz y la boca y el espíritu. El mundo es un lugar muy grande lleno de locos y a veces no puede uno enfrentarse a todos ellos. De repente no te vale con cualquier cama perdida en un cuarto pequeño, de golpe no es solo otra mañana vestida de luz de sur. Añoras la casa, añoras el fuego, añoras los chistes malos y el crimen reincidente, el crimen por omisión. Hay paredes que también saben como hacerte caricias y hay constelaciones que te dan la bienvenida entre la niebla. Redescubres que sí, que tienen razón, que una sonrisa conocida es más cálida aunque se vista de desgana y que los días no serían iguales sin aquellos a quien quieres, aunque a veces no te des cuenta del todo de lo mucho que lo haces.