Quiero un lugar caótico donde volcar mis intestinos, un lugar en el que poder permanecer. Ajarse y deshacerse y juntar en montones ordenados todo lo que me conforma. Canciones, fotografías, caídas, desventuras. Necesito pensar que los días no pasan tan rápidos y necesito pensar que no son tan repetitivos. Tengo armas nuevas para librar viejas batallas. Hay personas que cuentan historias y yo tengo que escucharlas. Me siento obligada a dejar algo de mi misma en todo aquello que toco y que, cuando pase a otra persona, quede un eco mío, un fantasma. Tengo miedo a terminarme de repente, aún, a día de hoy. Hay cosas que nunca cambian. Hay nombres que no se olvidan y que no se borran nunca. Hay notas en los rincones; me las dejo yo a mi misma. Escribo "suerte" o "no te preocupes" o "todo irá bien" o "no tengas miedo". No siempre vuelvo para leerlas. Tengo el corazón hecho trizas y no tengo palabras para explicar cómo de maravilloso es eso. Un caleidoscopio.