la Madrila



El portero de la discoteca no tiene ni idea de cuantos muchachos con el corazón partido ha visto perderse en la noche, ni cuantas chicas con hambre han recorrido La Madrila en un invierno helado. Él solo quiere irse a casa, porque tampoco le importan los demonios de los otros ni cuando nos hicimos mayores, ni aquella vez que brindamos con vodka y cerveza y acabó todo en el water de tu casa y en el frío de la sala de la lavadora. Él no sabe mucho de lo mal que hago las cosas, aunque siempre le sonrío, incluso cuando no quiero sonreír. Él no sabe, ni tampoco le importa, si esa noche me voy a equivocar otra vez y con quien voy a hacerlo, pero me da la sensación de que piensa "pobre chiquilla" cuando ve que no piso con la fuerza que debería tener a mis años. No sé si sabe que estoy cansada y no sé si sabe que este frío que nota mana de mis entrañas. A lo mejor piensa en Peter Pan y sabe a ciencia cierta que estoy así de perdida. Pero no pasa nada. Deseo que vuelva a casa temprano y que tenga a alguien a quien abrazar esta noche y a quien besar por la tarde. Espero que no haya hecho nada malo.