la mañana siempre cuida de si misma

Por la mañana nunca está tan bien.

No sé tampoco por qué. Quizás porque la mañana sabe cuidarse sola y hay tanta luz por todas partes que todo parece cándido menos tú, que sigues perdido en las sombras. Es el ruido de la vida que suena distinto que en las madrugadas, por ejemplo. Es el "después de", el "como debe ser" el "esto se hace así" que te recuerda que a lo mejor no has acertado.

Que a lo mejor tú querías seguir sonriendo y mirando con ojos de demonio hambriento y tentando a la suerte -y a todos los demás-, jactándote de haberte escapado de los siete infiernos porque "no es lo peor que has hecho". Y no lo es, en realidad, has sido más cruel en otras batallas y has jugado más sucio y los hay que han muerto en el intento porque tú has salido victoriosa.

Pero de golpe es de día y no hay rincones oscuros donde esconderte de ti mismo. Y abres los ojos, en la cama, y eres tú y nadie más quien está contigo. Escuchas el eco por dentro y te das cuenta de que no está tan bien y que eso te importa. Porque, a lo mejor, tan temprano no se permite nada ilegal y se te cae el alma a los pies al recontar todos tus crímenes. Convives con tu locura tan al límite, tan en equilibrio, que esa situación te aterra, pero solo por la mañana, solo de día.

Te reprochan las mañanas que no has sido suficientemente buena persona y, cuando ellas lo hacen, te das cuenta de que es verdad y que a lo mejor eres adicto a más sustancias -y a más personas- de las que deberías y que a lo mejor no eres tan malo, ni tan oscuro, ni tan valiente. 
A lo mejor estás desnudo y estás cansado y llueve fuera. A lo mejor estás solo.

Y a lo mejor todo eso empieza a ser un problema.