Alguien hizo una vez un atlas de la belleza y en sus páginas encerró todas las maravillas que caminaban entre los hombres. Los ojos almendrados y el color de Brasil en la cintura y la música en los pies. Yo me miraba de lejos y me preguntaba qué sentido tenía no estar viendo el sol ni estar sentada en un sillón amarillo esperando mi turno. No permitas que te roben los años dorados en los que te has ganado a pulso el ser libre, no permitas que te envenenen, no dejes que te lleven lejos de ti misma. Piensa en la selva y en los jaguares y en las flores y en las nanas y en el agua que corre y dile al mundo que no tienes miedo. O que sí, que lo tienes, pero es maravilloso. Piensa, el suelo que pisas está hueco y debajo viven todos los dragones y viven todos los secretos que escondieron los genios. No dejes nunca de bailar, recuerda. Las noches deben saber a cansancio y deben terminar después de que llegue el día. Piensa, hay calor ahí fuera. Y te está esperando.
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