Había un ojo terrible que me miraba desde dentro. De dentro a fuera, de dentro a fuera. Guarda toda la luz en su pupila y respira como el fiero animal. Devora a los hombres y parpadea, y entonces a mi alrededor todo se convierte en fuego. Devora la oscuridad, aclama a la bestia que ruge en el fondo del lago. Había un ojo terrible que me acariciaba con sus pestañas. Sabía a estómago repleto y a pájaros, al aleteo de los pájaros. Baila la locura en su parpadeo. Baila la locura como si fueran golondrinas y me pregunto cuanto tardaré en quebrarme por dentro. No hay canciones de guerra que entonar esta noche: me han derrotado.