No me interesa escribir
si no es desde las tripas.
Tampoco creo que este poema
merezca la pena.
Si no puedo contar lo sola que me sentí en ese bar
a las 03:17 horas de un verano absurdo
porque tú hablabas con otra chica
que sonreía mejor que yo
y que nunca te querría
como esta gilipollas estuvo -está-
dispuesta a hacerlo.
Si no hay espacio para hablar del vómito
que se me agolpa en la boca
cada vez que enciendo la televisión
y hablan de los niños que lloran
y de las mujeres que sangran
y te cuentan -minuto a minuto-
cómo alguien sufre.
Que nunca fui ni seré
lo suficiente para mamá
por mucho que lo intenté.
Que nunca amaré
y que las veces que he dicho "te quiero"
siempre siempre siempre
ha sido mentira.
Que pensar en el mañana me da miedo
y digo "si sale mal, me mato"
y pensar en morir
es el único seguro de vida que tengo
(sin volverme loca, digo).
Empiezo historias
que no termino.
Persigo a los gatos.
Y quiero a los cabrones más miserables
que luego me dan
mucho material para escribir poemas.