The love witch |
Me pregunto si este tío sabe que me lo voy a follar solo por ponerle una tirita a alguna herida que no sé identificar. Creo que esas cosas se notan de alguna manera: siempre he sabido cuando alguien se acostaba conmigo pensando en otra persona. No creo que sea tan triste como nos empeñamos en creer, al menos no para el sustituto. Creo que lo verdaderamente patético está en buscar a alguien que te cure en lugar de curarte tú mismo.
Estoy en su cocina. Le he pedido un vaso de agua y él me lo ha dado porque no es un cabrón miserable. Tiene el pelo despeinado y las gafas se le resbalan por la nariz. Es guapo. No se ha ido conmigo por irse con alguien, se ha ido conmigo porque creo que de verdad le gusto. Quizás él también me guste a mi.
Siento que su conversación no me interese. Siento pensar en otra persona y siento fingir que me hace gracia lo que dice, aunque eso me sale un poco solo. En serio, creo que te mereces más que yo en este momento, pero es lo que hay: estoy triste, estoy despeinada. El pintalabios lo llevo de puta madre, eso sí.
Me cuenta cosas sobre sus compañeros de piso. Hay algunos platos sucios en el fregadero, como en todas las cocinas del mundo a las 05:12 de todas las madrugadas. A no ser que tengas lavavajillas. No lo sé, yo solo soy una proletaria de mierda.
No pienso demasiado en su polla: no me interesa. Me la meteré en la boca y me la meteré donde haga falta, pero pensar en ella me resulta desagradable. Le pondré ganas al asunto porque de verdad que tengo ganas de follar. O, en cualquiera de los casos, tengo ganas de no dormir sola, que viene derivando en lo mismo. Me pregunto en cuantas parejas lo son porque alguien le tiene pánico a la madrugada helada y al domingo por la mañana, cuando la luz del sol no es suficiente.
Me levanto y le beso cuando se queda en silencio. Y le muerdo e intento invocar algún tipo de infierno en mis entrañas, una hoguera con la que combatir el frío.
No sé si podré.
Me temo que mañana me arrepentiré de esto.
Me levanto y le beso cuando se queda en silencio. Y le muerdo e intento invocar algún tipo de infierno en mis entrañas, una hoguera con la que combatir el frío.
No sé si podré.
Me temo que mañana me arrepentiré de esto.