Quería escribirte muchas cosas por si mañana fuera tarde. Quería escribirte que te he querido más que a nada y que, de verdad, estaré ahí ocurra lo que ocurra. Cataclismos, huracanes. Siempre sabré cómo te gusta la cerveza y qué libro escribe los relatos cortos que más te gustan. Que no necesitarás dos silbidos para llamarme, que seguiremos escuchando las mismas canciones y que sabré que, cuando cierras los ojos en un concierto, estás pensando solo en ti. De verdad, pase lo que pase, nos guardamos todos esos recuerdos que hemos construido y que saben a vino y que saben a noches que se terminan sin que nosotros tengamos ganas de irnos a dormir. Que seguiremos cantando canciones de islas, de faros, siendo piratas. Siendo niños perdidos disfrazados de piratas.
quería que no te olvidaras, por mucho tiempo de que pase, de que enterraré contigo todos los cadáveres que hagan falta y que seguiré poniéndome triste los domingos por la tarde y que lloraré en los conciertos adecuados. Que seguiré sin ponerme nombre para no limitar mis alas y que me perderé en más colchones de los debidos, pero no me olvidaré del tuyo.
Quería escribirte muchas cosas, pero lo cierto es que ya es tarde. Que rompimos todo y quemamos los restos. Pero no te preocupes.
Entiendo que no había otro final posible.