A lo mejor todos andamos por ahí tan enfermos de tristeza porque nos preguntamos constantemente si no deberíamos retroceder un poco y fingir que no nos sentimos como nos sentimos. Como diluir en whisky en hielo con la esperanza de borrar su sabor, escondiendo el fuego natural que te baja por la garganta a cada trago.
Vivimos en un tiempo en el que parece que sentir poco es la norma, no sé, como si hubiera que rebajar los sentimientos que le das al mundo y que borbotean en tu cabeza, donde no para de crecer la presión.
Yo no sé hacerlo así, pero admito que lo intento. Y no sé qué tal me sale, pero a veces siento que comerme una porción grande de lo que tengo me está haciendo un daño muy feo por dentro.
A lo mejor todos estamos tan tristes por eso.