"Que te pasas la vida persiguiendo unos ojos verdes, ¿sabes? Unos ojos verdes grandes y llenos de luz. Ves toda esa mierda edulcorada que te vende Disney y nunca llegas a saber que, en la historia original, el rey violaba sistemáticamente a la Bella Durmiente y que el príncipe, en un penoso intento de rescatarla, cae por la ventana sobre un rosal y mil espinas se le clavan en los ojos.
Te hablarán de puestas de sol y de mariposas de mierda en el estómago, pero no te recordarán que el amor romántico es un invento del capitalismo y que antes cualquier tipo de unión marital era un mero trámite empresarial. Y que tú ya luego te podías follar a quien quisieras, pero uno se casaba bien porque era un tema serio y con el dinero no se juega.
Vas a leer libros que te digan que todo es mucho más bonito de lo que en realidad es. Películas que te van a hacer aspirar a noches románticas y largos paseos y besos bajo la lluvia y así. No te hablarán de lo complejo que tiene la mecánica de que dos personas convivan juntas, de que las llamas se apagan, de que todos cambiamos y que no lo hacemos a la vez. Y aunque lo intuyas te va a dar lo mismo, porque a ti ya te han entrado los ojos verdes y se van a quedar ahí. Y a oscuras, cada noche, serán los ojos verdes los que te vengan a la cabeza y se te dibujará una sonrisa estúpida.
La triste verdad es que no lo vas a ver. Que no verás nada de lo importante, de lo que realmente te afecta y de lo que realmente vale la pena. No verás la intención en los ojos del atracador que te siga al cruzar la esquina. No verás la célula cancerígena reproduciéndose dentro, a toda velocidad, y pegándose a tus huesos. No verás al hombre que fabricó la bala que te metieron entre ceja y ceja en el extrarradio de cualquier ciudad salvaje. Y, por supuesto, no verás las feromonas que han impregnado el cuello de su camisa y que se esparcen cada vez que se mueve.
Y no dejan de ser ellas las culpables de que tu cerebro empiece a maquinar gilipolleces y a perder el norte y a pensar en un montón de cosas que sabes que nunca van a pasar, pero que están ahí, haciéndote feliz un rato absurdo que sirva para desconectar de la vida.
Las feromonas, hostia puta. Las feromonas.