yo no entendía a las personas. no como tal. las entiendo de lejos, veladas, cuando no me tocan. cuando las recubre la penumbra y leo los gestos en la sombra de la pared. tienen un norte distinto al mío. su sur está, no sé, en otra parte. extraviado. bailan salsa con la confusión y la muerte y yo les observamos de lejos. no los comprendo, no me comprenden. de qué hemisferio se ha escapado su ausencia pienso, como si me llenara la piel solo con tu recuerdo. una descarga, un impulso. me pregunto si en realidad me interesa algo que el haber sido tu y yo un instante, un mundo perdido como otro cualquiera. pensar en peter pan, en los piratas, en las historias que jamás vamos a contarnos. solo eso, enfrascado en un gris enfermo, te pienso y pienso que no estás a mi lado y eso no me importa. no me importa, porque yo a los lobos malos solo los necesito para que me aúllen en esas noches en las que me convierto en el peor de los demonios. pero a lo mejor eso ocurre más a menudo de lo que me dejo creer.