adieu

Deberás llamar a las cosas por su nombre, me dijiste, porque, de no hacerlo, se convierten en nada. Y no queremos ser nada, recordaste. Queremos hablar, queremos que la voz siga sonando fuerte. Me pregunto de donde esa fijación por recordarnos, pero el caso es que nos recuerdan y me pregunto cual es el fin de recordar, si el caso es que no vas a recorrer mi piel más veces. ¿Me explico? De que puede valerme a mi el eco de tu cuerpo sobre el mío, qué moneda de cambio es esa y que compra el haber perdido algo que quieres preservar. ¿Me conformo con tu aroma o algo?¿Con vislumbrarnos de lejos -a nosotros- o con vislumbrarme a mi misma -jugando a la confusión con una soledad que antes no me molestaba? ¿Acaso tienes idea de quién era yo, antes de ti? Si no te llamo por tu nombre y te pongo otro que hable del color verde de las praderas o de las noches largas o de los inviernos lejos de casa o de la vuelta al calor del hogar, ¿entonces qué diferencia habrá? A lo mejor eres más mío entonces, a lo mejor es la única manera de que lo seas. A lo mejor solo necesito hablar de ti conmigo y así parecerá que no sigo sintiendo las cosas a deshora y que, de alguna manera, aún puedo salvarme de lo que supones. Aunque sea mentira y en realidad esté bien jodida con tanta mariconada, ¿eh?