eres un templo, de ti parte toda vida

Cuídate, pero cuídate bien, ¿entiendes? Cuídate con mimo como no cuidarías nada más de lo que camina sobre la tierra. Date tiempo, deja que fluya, no tengas miedo.
Escucha a tu cuerpo. Eres un templo, de ti parte toda la vida, de ti nacen los milagros. De ti nace todo lo que, algún día, merecerá la pena. No temas, nunca huyas, solo retírate cuando toque, porque saber anticipar el golpe es solo otras de las lecciones que da la vida. 
Aliméntate de todo lo que te haga crecer fuerte. Aliméntate de sol, también de noches, aliméntate de locura y aliméntate de paz porque todo, en esta vida, sirve para algo. Levántate siempre con ganas y que tus raíces se fijen profundas al suelo. Resiste el temporal, dóblate suave con el viento. 
Límpiate de veneno al menos una vez a la semana, de todos esos impulsos terribles que te invitan a hacerte daño. Expía tus pecados ante ti mismo y no le rindas cuentas a ningún dios insulso que no te conoce, que no sabe cual es tu nombre ni tampoco le interesa.
No les escuches, cuando digan que te equivocas no les escuchas. Es tu error, es doloroso y es tuyo. Llora cuando toque, ríe cada hora en punto. Echa de menos todo lo que debió marcharse y acepta que, a veces, las cosas no salen como uno quería y que tampoco pasa nada.
No existen normas sobre cómo tienes que vivir tu vida, aunque eso de tanto miedo algunas veces. Eres lo suficientemente bueno y lo serás siempre que quieras. Vales para lo que haces. Medita tus decisiones y cámbialas en el último segundo.
Reincide, ten vicios, ten virtudes. Duda de todo, menos de ti mismo. Cuestiónate hasta el vuelo de los pájaros. Rómpete solo cuando sea para reconstruirte. 
Hazlo más fuerte, hazlo más grande. Hazlo como te de la gana hacerlo.


Ama, ama, ama
ensancha el alma.