Arruga el billete de autobús y que se pierda en el abismo. Rómpelo y trágatelo y préndele fuego y que desaparezca y que te mire desde el fondo de la papelera. Aléjate de él como si fuera el mayor de tus problemas, aléjate de tu vida, aléjate de ti. Mira como se va el bus y que no te de pena y que no haya retorno en el viaje y que no te importe. Márchate lejos de todo y ponle fin. Ponle fin. Ponle fin. Tú no tienes por qué hacer esto. Tú no tienes por qué echar de menos cosas que no has tenido ni tienes por qué echar de menos sonrisas que no eran para ti ni tienes por qué echar de menos la calma ni aceptar la normal ni aprender la pauta. Arruga el billete y no te arrepientas de nada y arrepiéntete de todo y sal de allí corriendo y ten mucho miedo de lo que depara el futuro. Da vueltas en círculos como un animal y mira hacia arriba y pregúntate qué dioses están y dónde se han escondido. No sabes quién eres y subes al tren y no sabes quién eres y vuelves a casa y no sabes quién eres pero vives días de prestado. Porque no has arrugado el billete, ni lo has tirado al fondo del abismo.