Partirse por la mitad, partir de decir adiós

No sé si es partir(se) por la mitad o partir de decir adiós, pero creo que Lucía Baskaran habla de las dos cosas en su libro. Y creo que todos deberíamos saber algo más de las dos cosas. Uno tiene 17 años y se rompe en el momento menos esperado, justo cuando nunca ha pasado nada para que lo haga. Uno dice adiós todo el rato, a veces sin siquiera darse cuenta. A veces, incluso, uno sabe que dice adiós, pero no es capaz de entender qué quiere decir ese adiós, qué significa y luego es tarde. Siempre se hace tarde para lo verdaderamente importante. 
En cualquiera de los casos, yo fui joven y yo la cagué. Ahora no soy tan joven pero la sigo cagando y es que cagarla debe ser una de las cosas que nos define como especie (bípedo, pulgar oponible, habilidad para generar mierda en cualquier situación). Victoria es joven y la vaga y no es tan joven y la caga, y tú te apenas porque piensas que la habrías cagado igual estando en su situación. De la misma manera inesperada, como impresa en nuestro código genético, pidiendo a gritos otra oportunidad para hacerlo todavía peor.
Creo que hay un "todavía peor" implícito en la vida, en general, y que de ese "todavía peor" salen las cosas mejores, aunque solo sea por comparar los días malos y los días buenos. La caída es abrupta, pro las vistas son el doble de bonitas.
Partir no va de cosas malas, partir va de vivir y de no saber vivir e ir aprendiendo a hacerlo. Va de alejarse de la terrible hipocresía de pareja-casa-trabajo que nos encierra y que nos hace polvo o que simplemente no es suficiente. Partir no termina con un punto y final, sino con un punto y a parte, párrafo nuevo. Como todo en realidad. Nada es tan fácil como para caber en 208 páginas.
Partir es un buen libro que me ha recordado a Beatriz y los cuerpos celestes y un poco al Guardián entre el centeno.
Partir es una mirada desafiante a esa belleza forzada que queremos otorgarle a la adolescencia, pero que tiene un sentido muy diferente: el de los primeros vestidos, la primera lencería, el primer corte de pelo, la primera decepción, el primer tequila de más y el primer amor de menos.
Partir es una declaración de intenciones por parte de una escritora joven que -estoy segura- tiene mucho que dar a la literatura.
Partir es el comienzo de un viaje de ida. Y ya está.