No soy de fiar por las noches, aunque parezca que sigo teniendo cara de ángel y ojos de luz. No seré de fiar cuando te sonría y no seré de fiar cuando me digas que me queda bien ese pendiente que llevo en la nariz y yo te diré que es falso, pero no que yo también lo soy. No seré de fiar cuando me des ese chupito pensando que vas a sacar algo de mi dándome un poco más de beber: no lo necesito, tengo toda mi locura controlada y vivo en un extremo de números y de ecuaciones exactas. No seré de fiar contigo por muy buen chico que digas que eres, no seré de fiar por mucho que te brille la sonrisa y por mucho que me digas que no soy como todas esas chicas que te parecieron más malas que yo, pero que no te apuñalarán por la espalda de la misma manera que yo -sin ningún remordimiento- en el caso de que haya que salvarse el culo. No te fíes de mi, en serio, ni siquiera cuando tenga tu polla clavada en la garganta, ni cuando acepte dormir a tu lado, ni cuando te cuente alguna de esas historias de cómo me hizo daño gente exactamente igual que tú.
No seas bueno conmigo; nunca actuaré en consecuencia.
Estás avisado.