Una vez me partieron el alma en siete trozos y lo hicieron tan bien que ni siquiera me di cuenta de que habían logrado convertirme en nada. No hubo ni siquiera un golpe, ni una mala palabra. No hubo en aquella terrible guerra nada más que silencio y ausencia que acabó por convertirme en eso mismo; en un vacío que iba de un lado a otro, en un corazón que latía por inercia.
Una sombra hueca con el alma desganada, eso era, arrastrando una carcasa. La prisión en la que se había convertido mi cuerpo no la reconocía como mía, las manos no me respondían. Amé a alguien con todo y me devolvieron nada y esas oleadas de indiferencia me arrastraron mar a dentro. Yo quería ser barco sin darme cuenta de que incluso los navíos requieren un hogar en el que ir curando las cicatrices que deja la tormenta.
Me estoy reconstruyendo. Desde los cimientos, además. Piedra a piedra, palmo a palmo, llenando de flores mi carne e intentando hacerme fuerte tras sobrevivir a esa tormenta, la peor de todos los tiempos. Con mimo, con esmero, con la fe de quien lo ha perdido todo y no puede ir más abajo.
A veces hay derrumbamientos. A veces todo tiembla y debo bajar varios pisos y edificar de nuevo todo lo que se ha derrumbado con un soplido; no soy fuerte, aún puede tumbarme una ráfaga desafortunada. Lo siento, a mi también me gustaría poder ir más aprisa y encender cuanto antes la luz. Ser, finalmente, una estrella completa ayudando a otros barcos a encontrar la casa que les espera.
Nunca imaginé que el adiós vendría de esta manera. Esperaba para ti cosas mejores, pero lo cierto es que no es suficiente. No tengo nada que reprocharte; has sido bueno conmigo. Agradezco todos y cada uno de esos orgasmos y de esas risas y sé en todo momento que la destrucción en la que estoy envuelta no ha sido culpa tuya; fue otro el que me partió en dos y tú has hecho mucho bueno por mis vigas y por mis amarres, eso tampoco voy a olvidarlo. Pero lo cierto es que no comprendes la nada a la que te enfrentas cada vez que me miras a los ojos y yo no puedo hacerte sentir lo que necesito que sientas, ni decir lo que necesito que digas; "ya eres todo lo maravillosa que puedes llegar a ser".
No te quiero, pero pude haberte querido y por eso esto es triste. No te quiero, pero me habría gustado que el adiós me hubiera pillado menos de improviso. Porque esta tarde he decidido no esperar nada más y es doloroso, pero joder. Podría haberme costado la vida.
Gracias por todo.
Dulces sueños.