Estábamos muy cansadas
de soportar los cuchillos
que ellos llamaban halagos
cada vez que salíamos a la calle.
Estábamos muy cansadas
de que nuestro "no"
valiera siempre menos
de soportar los cuchillos
que ellos llamaban halagos
cada vez que salíamos a la calle.
Estábamos muy cansadas
de que nuestro "no"
valiera siempre menos
que sus ganas inflamadas.
Estábamos muy cansadas
de que "él nos quisiera"
y por eso nos encerraba
por eso nos ataba
por eso nos pegaba.
Estábamos muy cansadas
de que nuestro cuerpo fuera mercancía,
de que las calles fueran peligrosas,
de que el miedo
fuera el idioma universal de todas las mujeres.
De todas las hermanas.
Estábamos muy cansadas de la sangre,
de la obligación,
de la condena que supone a veces
haber nacido con un coño
del que, paradójicamente,
nace siempre toda vida.
Un día empezamos a responder con rugidos
a todo lo que "no nos costaba nada".
Un rugido cada vez que nos pedían
que mutiláramos nuestro cuerpo
un rugido cada vez que nos pedían
comportarnos "como se debía"
un rugido cada vez que nos pusieron precio.
Y de esa llamada brotó una respuesta
que latía de un lado a otro;
cruzaba el mundo.
Saltaba la chispa.
Somos tantísimas,
somos tantísimas...
Ahora nuestras manos son armas,
ahora nuestras voces son elección,
ahora nuestro miedo se ha convertido en espinas
ahora es cuando somos legión.
Tened cuidado,
no hay más mensaje;
tened miedo aquellos que nos queréis atadas.
tened miedo aquellos que nos queréis escondidas.
tened miedo aquellos que nos queréis atadas.
Estáis en peligro;
en esta selva
la manada ha decidido
que no abandona a la leona herida.
Estáis sobreaviso.