Beatriz está repleta de tristezas y no sabes cual es el origen de ninguna de ellas. La quisieron mucho, pero la quisieron mal y eso es lo mismo que no querer a fin de cuentas. La quisieron de forma casi obligada y a veces obsesiva de gente que se aferra a un clavo ardiendo, como hicieron Mónica y su madre y Cat.
Beatriz fue una niña a la que impusieron ser una niña y los vestidos y las trenzas y a quien debía querer y detrás de quien debía ir. Le cronometraron los latidos y midieron al peso su pena, como creo que nos ocurre a todos. Es un poco aterrador entender a Beatriz y enfrentarse a lo simple que es una realidad dual en la que parece que tienes que ser hombre o mujer y acoplarte a lo que se ha diseñado para ti. Como si fuera un deber encajar en unos conceptos abstractos.
Beatriz amó, aunque creo que tampoco lo hizo bien del todo. No quiso a su madre bien porque se rindió. No quiso a Mónica bien porque el amor va en dos direcciones -si no es correspondido es, más bien, otra cosa. No quiso a Cat porque quererla era tan fácil que no fue capaz de, simplemente, no sufrir. No quiso a Ralph porque el sexo para llenar ausencias tampoco es amor. No quiso bien porque -pienso- no le habían enseñado a hacerlo, pero creo que lo intentó con fuerza y por eso le dolió todo tanto.
Beatriz se colocó. Compró y vendió pastillas y bebió whisky y le gustó a hombres buenos y a hombres malos. Se dio a la fuga, se defendió, mordió y arañó como hace la gente valiente que no sabe que es valiente -porque ese es el arma del miedo.
Beatriz lo intentó. Intentó llenarse e intentó encontrarse, pero no le salió bien. No pasa nada, porque Beatriz tiene 25 años y tiempo de sobra para acertar y desacertar, pero eso no hace que duela menos. Eso no hace que lo pasado sea mejor.
(Odio cuando me dicen que "no pasa nada, porque todo se solucionará". Por supuesto que se solucionará, seguro que en peores ruedos hemos toreado. Pero el caso es que es ahora cuando duele y es ahora cuando sangra. Y que mañana vaya a doler menos no sirve de alivio.)