"Escribe algo para mi"
Me lo dijo un chico cualquiera esperando en mi cama no sé muy bien a qué. Estaba despeinado y sonreía y yo me acuerdo de su nombre porque estaba intentando quererle, pero no me salía nada más que una sonrisa amarga. Era un hombre a medio hacer, como lo somos todos en según qué momentos de nuestra vida, y yo era una mujer a medio hacer o un barco a medio zarpar, según se mire.
"Escribe algo para mi"
Le había dicho que yo escribía y no sé si le interesaba o si era por quedar bien, porque él también se sentía solo, porque a él también le pesaba la ausencia de alguien y daba la sensación de que todo estaba frío. Él tenía sus propios demonios, pero a veces somos incapaz de comprender eso.
Había estado dentro de mi de casi todas las maneras posibles, pero seguía siendo invierno y no podía caminar sobre el hielo. Me había invitado a unas cuantas copas, me había acariciado el pelo, había seguido todos esos trámites propios del cortejo. Todo rasurado, todo limpio, como un corte en el corazón con el culo de una botella.
"Mejor me follas de nuevo, ¿no?"
Le sonrío como se merece una proposición como esa. No quiero que sepa que no tengo más que decirle. No quiero que sepa que me dan igual sus ojos oscuros y su gusto por el cine clásico y por los videojuegos de muerte y desolación. No quiero que sepa que no le quiero para mi y que su nombre va a pasar a la historia inconclusa.
No le llamé de nuevo. Aceptó ese adiós como se acepta la lluvia. Pero fue un buen polvo, eso está claro. Aunque fuera triste.