"Tú y yo nos hemos querido como desesperados, nos hemos querido con toda el alma. Durante más de cien vidas, con más de cien nombres y por más de cien siglos. Hemos sido, desde siempre y por siempre, parte esencial el uno del otro. Hemos muerto de pena, de amor. Nos hemos separado pero siempre, siempre, siempre hemos conseguido volver a encontrarnos en otros ojos, en otros cuerpos. Hemos probado lo mejor y lo peor de la vida, hemos contemplado los soles más brillantes y hemos huido de peores tormentas. Y nos hemos querido. Joder, nos hemos querido como niños, como hermanos, como dementes. Nos hemos devorado con la vista, con la boca, con las manos. No hay pliegue de mi alma que no conozcas, ni uno solo. 
Lo que pasa es que no te acuerdas. No sé cómo lo has hecho, pero lo has olvidado: me has dejado sola. Te has escondido de tal forma que ni tú mismo puedes encontrarte. Sólo quiero que sepas que va a llegar el momento, no sé cuando, en el que vas a acordarte de todo. Vas a acordarte de los domingos observando las estrellas, de las tardes bailando jazz, de los veranos de playa y furgoneta machada y de los inviernos de vodka y alquitrán. Y entonces te vas a morir de pena. Al menos yo rezo porque te mueras de pena. Porque sufras solo una mínima parte de lo que estoy sufriendo ahora mismo yo."