Fuimos siempre tanta luz. Luz sucia, luz manchada. Me preguntaba si me querrías pero luego me daba cuenta de que eso no me importaba. Los niños, los niños juegan con los lobos a devorar sus propios temores y hay música y hay voces que sueñan. Decimos, bebemos alcohol barato para no pensar en que somos mayores y la vida empieza a comprarse con dinero. Decimos, echo de menos algo que nunca existió y se puede, se puede ser virgen y se puede ser pecador al mismo tiempo. Los abedules cansados de ser abedules, pienso, los poetas diciendo no se qué de la era de las nuevas tecnologías. Y yo aquí, preguntándome a cada rato en qué garito triste me habré dejado el alma y si, de alguna forma, me voy a recordar de alguna manera que no sea a través de tus manos y las ganas que tengo de devorar tu vida. Cualquiera diría que no me conoces.