Rainy Zurich

Había gatos enfermos
que nos miraban
envidiaban -imagino-
nuestra primavera y
el calor entre tus piernas
en mi pecho.
Esa eternidad fugaz que nos embriagó
en los días más oscuros
cuando no eramos más que
niños mártires
cargando con errores
que estaba aun por ser cometidos.