Pierden el tiempo conmigo todos esos poetas de saldo, todos esos muchachos de ojos caídos y tristeza fingida. Esos que piensan que no encajan en este mundo y que por ello lloran versos amargos que regalan a todas las muchachas con faldas de flores que se cruzan en sus vidas. Repiten un discurso ajado y frío mientras te miran a los ojos. Se emborrachan a destiempo, antes de lo debido y se llaman a si mismos "cazadores" o "solitarios". Se sienten diferentes, especiales, se sienten más listos de lo que en realidad son y predican dolores de cabeza y corazón que no tienen ningún sentido.
No tienen sentido, porque no los sienten. Creen buscar lo indescifrable, lo diferente, cuando lo que tienen es un ego herido o moribundo que necesita de una u otra manera ser alimentado. Se inventan historias que ahoguen su propia mediocridad inconsciente y piensan que la vida es complicada.
Creen que cambias cuando estás con ellos. Que se te llenan los ojos de luz, o algo. Que tu contestación hiriente no se basa en la molestia que supone ese melodrama de cartón piedra que te venden, sino que tú también guardas un pasado oscuro y temes que te rompan el corazón. Pero ellos no saben romper un corazón. No tienen ni idea, porque no saben de la vida ni del proceder de los latidos. Se han quedado, como crías amantes de Amelie, estancados en la idea de un amor estereotipado con besos bajo la lluvia y despedidas en la estación de tren.
Y tú piensas "pierden el tiempo conmigo" porque la lluvia te encrespa el pelo y antes muerta que echar una carrera bajo el agua del un frío noviembre solo para hacer la gilipollez que malvendió una película cutre y cursi. Piensas "pero de qué vas, chavalín" cuando él está convencido de que te acaba de pillar de la misma manera que ha pillado a alguna otra antes que a ti, que a lo mejor era más guapa pero también más estúpida. Que ese constante mensaje de "buenas noches, buenos días, sé buena" va a servir para que pienses que es atento y no un maníaco obsesivo.
Pierden el tiempo contigo por todas esas falsas aspiraciones y todo ese verso de plástico que habla de cosas que son incapaces de sentir mientras intentan convencerse de que sí, que el mundo en sus manos. Pierden el tiempo contigo porque no saben cómo eres, pero se toman el lujo de inventarte y de imponerte su idea de ti.
Pierden el tiempo conmigo aquellos que no saben disfrutar de una cerveza de forma práctica, los que se arriesgan solo en la teoría. Pierden el tiempo conmigo los hijos de la desdicha fingida, pesada, agotadora. Los que hablan de poetas y escritores enfermos con los que no sabrían disfrutar de un vino caliente en un bareto de tres al cuarto. Los que no te hacen reír porque no saben valorar la risa. Los que te quieren de manera predeterminada, como un programa de ordenador, porque no logran entender que hay muchas formas de querer y muchas formas de perderse sin siquiera haberse perdido.
Esos, los sin alma, los que vagabundean, desesperados, por un amor que han aprendido cómo es, pero que no saben cómo poner en práctica porque no existe.
Esos, todos esos, pierden el tiempo conmigo.